Cultura:

 

Considero que soy un claro ejemplo de que la cultura puede ser influida y cambiada. Desde que tomé mi cargo en la compañía mi principal objetivo ha sido el de luchar contra todos los problemas –heredados del tiempo que mi marido ejerció la gerencia, como la falta de preocupación por los empleados, la explotación y la falta de identidad de estos- que impiden que la organización sea vista como una sola en cuanto a sus metas. Es por eso que en mi empresa se vive una cultura participativa en el sentido expuesto por Preciado, ya que hay una preocupación por el colectivo donde los jefes nos interesamos por las personas que trabajan en la empresa, viéndolos como personas integrales, y “se generan comunicaciones simétricas en su interior” (Preciado, 2007, p. 125).

Creo que esta forma de cultura ha generado cambios impresionantes en mis empleados; ellos ahora quieren su trabajo, se preocupan por aportar e innovar en sus cargos y desempeñar mejor sus tareas para conseguir una meta en conjunto.