Clima:
Si entendemos el clima como “las percepciones del personal acerca del ambiente de trabajo que se vive en la organización” (Preciado, 2007, p. 125) creo que este ha cambiado mucho desde que asumí mi cargo en la empresa.
Cuando mi esposo manejaba la compañía los trabajadores detestaban su trabajo y se vivía un ambiente pesado y conflictivo dentro de ella. Los trabajadores no eran escuchados y no tenían ninguna participación, lo cual los hacía sentirse poco relevantes y utilizados. Además, no se les cumplían sus solicitudes y sus necesidades, como la de arreglarles los baños de la fábrica que estaban descompuestos. Todo esto generaba un clima tenso y agresivo entre los directivos y los trabajadores, lo que llevaba muchas veces a que los empleados entraran en huelgas, paros y hasta agresiones físicas.
Cuando entré a la organización, este clima mejoró notablemente con acciones que tomamos desde la dirección. Se le dio más autonomía a los empleados, mejor trato, se les empezó a considerar como personas dignas e integrales, se felicitaban y recompensaban sus buenas acciones, empezaron a ser escuchados, a permitírseles opinar y a recibir información que les permitiera contribuir a los objetivos de la empresa, vinculándolos a esta de forma efectiva. Esto creó un ambiente cálido, armónico e incluyente en la organización, los empleados se empezaron a sentir a gusto con su lugar de trabajo en el cual pueden tener un rol participativo y son vistos como amigos más que como simples empleados.